La contaminación acústica supone la segunda causa de enfermedad por motivo medioambiental después de la calidad del aire, pero mientras que para la primera sí se toman medidas con las limitaciones de tráfico, para la otra no. Entre las afecciones que provoca se encuentran el estrés y la ansiedad.
Si el ruido no nos deja dormir se alteran los ritmos del sueño-vigilia y la profundidad del sueño, lo que deriva en insomnio, irritabilidad, cansancio, reducción del rendimiento y de la capacidad de atención, además de afectar a nuestro estado de ánimo y provocar dolores de cabeza. Estos problemas «pueden desembocar incluso en otros más graves. Por ejemplo se ha encontrado relación entre el ruido y cardiopatías, problemas respiratorios o diabetes», explica Asensio, que afirma que cerca de nueve millones de personas en España soportan niveles de ruido superiores a 65 decibelios, lo que incrementa en un 6,6% la mortalidad por causas cardiovasculares en mayores de 65 años y un 4% por causas respiratorias, además de provocar un desarrollo cognitivo más lento en la población infantil.
Según datos del estudio, en las zonas ruidosas, por cada decibelio por encima de los 65 se incrementan los ingresos hospitalarios en un 5,3%. Esto se explica porque la contaminación acústica hace que el organismo active las hormonas nerviosas, provocando un aumento de la tensión arterial, la frecuencia cardiaca y la vasoconstricción.
Pero estos no son los únicos perjuicios de los sonidos elevados en la salud: también se corre el riesgo de perder audición. «Para que se dañe el oído interno puede bastar un solo ruido: un petardo o un disparo en un cazador. No hace falta que éste sea continuo», explica Alejandro Harguindey, especialista en otología y director del Instituto de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello de Madrid (IOM). Según el doctor, aunque no seamos concientes, estamos rodeados de ruidos traumáticos (entre 90 y 100 decibelios): escuchar música alta con auriculares, el instrumental de un dentista, el taladro de un operario, el trabajo de un chapista, el de un militar… De hecho la ley española obliga a los trabajadores que utilizan maquinaria ruidosa a utilizar protectores auditivos a partir de los 85 decibelios para evitar daños en los oídos. En cuanto al uso de auriculares, «cuando el que está a tu lado oye la música desde fuera es que se lleva demasiado alta», asegura el doctor Harguindey. Además, «el oído se acaba acostumbrando a esos niveles y cuanto más alto se pone el volumen más elevado necesitará ponerse más adelante», cuenta Asensio.
Cómo saber si el ruido le afecta
Fuente: Artículo recuperado el 06 Junio de 2018 por www.amp.elmundo.es para Soluciones Auditivas